Train à Grande Vitesse, marca registrada de los
ferrocarriles franceses SNCF (Societé Nationale des Chemins de
Fer Français) para designar sus líneas y trenes de alta
velocidad.
Francia explota la primera línea de alta velocidad en Europa, la
de París a Lyon, inaugurada en dos partes, entre el 27 de
septiembre de 1981 y el 25 de septiembre de 1983, y que fue el
resultado de un importante desarrollo tecnológico (llevado a
cabo por la SNCF en los años 60 y 70) y de la saturación de la
línea clásica de París a Lyon. A aquella primera línea le
siguieron otras más constituyendo una red que actualmente cuenta
con 2000 kilómetros.
El material rodante francés está formado por casi 470 trenes,
que constituyen varias generaciones de una única familia, los
célebres TGV fabricados por Alstom, cuya característica
principal es la de ser articulados y tener su tracción
concentrada en ambos extremos de cada tren.
Todos estos trenes utilizan el sistema de señalización francés
TVM y son al menos bicorrientes lo que les permite circular
tanto por la red de alta velocidad, a 25 Kv, como por la red
clásica, parte de la cual se encuentra electrificada a 1,5 kv en
corriente continua.
Existen varias series o generaciones diferentes de trenes dentro
de la familia TGV que puede dividirse en tres grandes grupos o
generaciones:
TGV-PSE o “Naranjas” que entran en servicio en 1981;
TGV-“Síncronos” que se inician en 1989 con la inauguración del
TGV- Atlántico y TGV-“Gran capacidad” con más de 500 plazas por
tren, motivada por la alta demanda de los servicios de alta
velocidad como el París-Lyon.
El resultado es un tráfico que ronda los 100 millones de
viajeros anuales. La red ferroviaria francesa ha mostrado
siempre una notable vocación de red europea y fruto de ello son
los primeros servicios europeos de alta velocidad como el Thalys
o el Eurostar.
La red de líneas de alta velocidad sigue en aumento con los
nuevos proyectos como el de Rin-Ródano, la unión con España, el
Tours-Burdeos o Nimes-Montpellier.