A las 13 y 13 minutos del 3 de abril, bajo la
atenta mirada de casi cinco millones de franceses, que lo
siguieron por televisión en directo, el tren V150, un TGV Duplex
de Alstom especialmente preparado para la prueba, alcanzó los
574,8 km/h, record mundial de velocidad sobre raíles. Este
acontecimiento tuvo lugar en el kilómetro 191 de la línea TGV
Este, entre París y Estrasburgo. El objetivo de las pruebas no
era en sí batir el récord de velocidad, sino hacer una serie de
pruebas que permitieran conocer mejor el comportamiento de las
circulaciones a velocidades muy superiores a las habituales, con
vistas a desarrollos y aplicaciones comerciales futuros.
Históricamente, todos los modos de transporte han ido
desarrollando tecnologías que permitieran alcanzar velocidades
más elevadas con el objetivo de ofrecer tiempos de viaje más
reducidos, especialmente en largos recorridos.
La velocidad es una magnitud física de carácter vectorial que
expresa la distancia recorrida por un objeto en la unidad de
tiempo. Sin embargo en el ámbito ferroviario existen términos
que precisan más el concepto como “velocidad de diseño”,
“velocidad comercial”, “velocidad máxima” o “velocidad récord”.
Estas dos últimas están directamente relacionadas con la
evolución tecnológica y las innovaciones en sistemas de potencia,
rodadura, tracción o frenado. La velocidad récord tiene en cada
momento histórico un valor concreto, es el máximo absoluto que
alcanza un tren. Sin embargo, la velocidad máxima es inferior ya
que debe tener en cuenta consideraciones relativas a seguridad y
mantenimiento.
Las velocidades comerciales son el resultado de aplicar
requisitos de seguridad, condiciones de marcha y de carácter
económico asociadas a las instalaciones fijas y al material
rodante, mediante procesos de homologación. La velocidad de
diseño es la que se establece en los proyectos de obra y en los
que se establecen velocidades por encima de los máximos
aplicados en el momento con vistas a que se diseñen
infraestructuras que permitan la evolución futura de los
parámetros de velocidad.
Hay factores que limitan el aumento de la velocidad máxima como
la seguridad, el nivel de confortabilidad, la economía de la
explotación o la influencia sobre el medio ambiente, también hay
que tener en cuenta la longitud del recorrido y el número de
paradas intermedias. En el sistema de alta velocidad se aseguran
todos estos factores para favorecer el aumento de la velocidad y
con ello conseguir el efecto directo de reducir el tiempo de
viaje lo que permite incrementar el número de viajeros.
La alta velocidad tiene una serie de ventajas económicas y
sociales, en primer lugar al aumentar la velocidad del tren se
produce un ahorro de tiempo y hace que el tren de alta velocidad
sea más atractivo para los viajeros. Además acorta las
distancias con lo que se consigue una mayor productividad y
posibilita la reducción de tarifas. Además supone una aportación
adicional de capacidad en la infraestructura y permite aumentar
el número de frecuencias.
A pesar de que las nuevas líneas de alta velocidad están
diseñadas, por trazado, para 350 km/h, no es esta la velocidad
máxima a la que pueden circular los trenes. Esta depende también
del sistema de seguridad empleado, no pudiendo exceder los 200
km/h si se circula con ASFA 200, ni los 300 km/h cuando se hace
con LZB o con ETCS en nivel 1; solo con el nivel 2 se pueden
alcanzar los 350 km/h.
Documentación adicional: