Los ferrocarriles tradicionales se integraron,
a lo largo del tiempo, en el paisaje habitual. La construcción
de las nuevas líneas de alta velocidad que necesitaban uno
parámetros más exigentes de trazado y debían atender a mayores
demandas sociales en cuanto a la protección del medio ambiente,
plantearon una problemática nueva.
En el caso de España la aplicación de normativa ambiental en las
grandes obras públicas era de reciente aparición. Por ejemplo,
las obras del tramo Getafe-Córdoba empezaron un año antes de la
entrada en vigor de la legislación sobre Evaluación de Impacto
Ambiental.
Aunque no se tramitó, como tal, un estudio de impacto ambiental,
sí que se eligieron las opciones con menor impacto y las que
reducían el efecto barrera. Se diseñó un programa para conocer
la repercusión de la alta velocidad en el entorno, con estudios
sobre el impacto ambiental durante las obras, la restauración
ambiental y paisajista y las protecciones acústicas.
En estos estudios se incluyó uno sobre la influencia del AVE en
las poblaciones del lince ibérico en el tramo que la línea
atraviesa los Montes de Toledo. Se acondicionó especialmente el
entorno de la vía y se hicieron pasos de fauna a distinto nivel.
Estos pasos también son utilizados por otros animales como
jabalíes, zorros, gatos monteses o garduñas.
Las medidas correctoras del Impacto Ambiental supusieron una
inversión total de más de 4.000 millones de pesetas en el tramo
Getafe-Córdoba.
Todas las siguientes líneas de alta velocidad construidas, que
la actualidad son realizadas por Adif Alta Velocidad, respetan
durante las obras las condiciones que el dictamen de la
Declaración de Impacto Medioambiental específica para cada tramo
de obras o con la protección y conservación del patrimonio
arqueológico-cultural.
Documentación adicional: