Page 7 - 360.revista de alta velocidad Nº3
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número 3. octubre 2015
                 Alberto García Álvarez, Ignacio González Franco y Álvaro Rubio García
                 El efecto perverso de la predeterminación de la tarifa en el análisis coste beneficio de las nuevas
                 infraestructuras de alta velocidad


                  Rasgos generales del análisis coste beneficio y tipo de datos que se
                  emplean
                  La decisión de construir o de no construir una nueva línea de alta velocidad u otra
                  infraestructura para el transporte, o escoger una entre varias infraestructuras
                  alternativas suele apoyarse en el denominado “análisis coste-beneficio” (ACB), que
                  sigue una metodología muy estandarizada.
                  En esencia, se compara la situación “con proyecto” con la situación “sin proyecto”, y
                  se analiza la diferencia entre ambos casos.   Normalmente, se calcula la llamada
                  “rentabilidad financiera” (basada en los flujos económicos diferenciales actualizados
                  con un tasa de descuento); y también la “rentabilidad económico social”, en la que
                  se tienen en cuenta las ventajas sociales (reducción de tiempo, de  accidentes, de
                  emisiones,  de consumo energético, excedente del consumidor básicamente de los
                  viajeros inducido por la nueva infra, etc.) convenientemente monetizadas.
                  El análisis se realiza para el conjunto del sistema, es decir, sin distinguir entre los
                  resultados  del constructor de la infraestructura, de su administrador y de los
                  operadores de servicios de transporte que operan sobre la nueva infraestructura.
                  Normalmente la decisión de construir una u otra infraestructura (si hay varias
                  alternativas) se toma comparando el resultado económico social, escogiendo la que
                  ofrece un mejor valor actual neto socioeconómico o la que alcanza una determinada
                  tasa interna de rentabilidad socioeconómica.  Si no se trata de un análisis
                  comparativo, sino que el objeto es decidir la construcción (o la no construcción) de
                  una nueva infraestructura, por ejemplo una línea de alta velocidad, normalmente se
                  decide la construcción si el VAN o la TIR socioeconómicos alcanzan un determinado
                  valor.
                  No es, sin  embargo, el único criterio: en  muchas  ocasiones, y más en entornos  de
                  restricciones presupuestarias, es frecuente considerar también un  máximo en la
                  cuantía de la inversión o limitar el  resultado financiero negativo a un valor
                  determinado.

                  Con mucha frecuencia (en la mayor parte de los casos) la rentabilidad financiera
                  resulta negativa, y sin embargo la infraestructura se construye porque tiene una
                  rentabilidad económico-social positiva. Y ello ocurre no solo en el caso de las líneas
                  de alta velocidad, sino también en otro tipo de infraestructuras de transporte en las
                  que la rentabilidad financiera es negativa.  Es, por ejemplo, el caso de las autovías,
                  que en el modelo español están libres de peaje y por ello no generan ningún ingreso
                  para compensar los costes de su construcción y de mantenimiento. Tienen por tanto
                  una rentabilidad financiera negativa. Pese  a ello, las  administraciones deciden
                  soportar el  coste de construcción  y de mantenimiento de estas vías  porque se les
                  supone una rentabilidad económico-social positiva.
                  Debe advertirse que en el caso –frecuente- de que una infraestructura se construya
                  pese a tener una rentabilidad financiera negativa (siendo positiva la rentabilidad
                  económico  social) no puede esperarse que la financiación de la infraestructura se
                  realice por endeudamiento del constructor o del administrador de la infraestructura
                  que luego repercuta el coste total a los usuarios; y menos aún con la intervención de
                  un privado que construye la infraestructura y luego la explota a cambio de un canon



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