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Sobre la rentabilidad social y económica de las líneas de alta
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           360.revista de alta velocidad
           360.


           Los umbrales previos de rentabilidad


                    En ese contexto de advertencias, la primera suele referirse a la desatención de los criterios
           previos de rentabilidad que, para el caso de España, especialmente, afirman, no se han respetado.
           Esos criterios suelen basarse en estimaciones acerca del número mínimo de viajeros por línea o
           kilómetros, que sustenta una demanda de servicio suficiente para justificar el esfuerzo inversor
           de su construcción y/o gastos posteriores de explotación. Así, por ejemplo, en uno de los trabajos,
           ya no muy reciente pero aún reconocido como referente poco discutido por los autores que ya he
           citado, G. de Rus y G.Nombela (2007), han adelantado que “la inversión en proyectos de alta
           velocidad es difícilmente justificable cuando en el primer año de operación la demanda no supera
                                                                           2
           los ocho millones de pasajeros para una línea de 500 kilómetros” . Se pueden hacer, sin embargo,
           algunas anotaciones al respecto.

                    En primer lugar no hay, como es lógico, un consenso absoluto sobre esta medida. Hay
           estimaciones diferentes de las de G. de Rus, recogidas en los proyectos y planes de cada uno de
           los países que afrontan este tipo de proyectos, ajustándose a su peculiar circunstancia (económica,
           orográfica, edafológica, de estructura de la propiedad, asentamiento espacial de la población,
           etc.) y, sobre todo, vinculado y preevaluando los resultados esperados en relación con el tipo de
           objetivos señalados. La de los umbrales de rentabilidad no es pues, repito, cuestión consensuada.
           Los mismos  Bel y Albalate que he citado recuperan, con prudencia, la opinión más moderada al
           respecto de la Comisión Europea, emitida sólo un año después que la anterior (2008), de que ese
           umbral de mínimos podría ser modificado, a la baja, incluso en hasta dos millones de pasajeros
           por año, cuando las circunstancias de las construcciones (costes y tiempos de viaje) lo aconsejasen
           o se produjesen en condiciones excepcionales.


                    En dirección contraria, ellos mismos, una vez cumplidas estas citas obligatorias, se inclinan
           por afirmar que “con unos costes de construcción y de ahorro de tiempo tipo (sic), una demanda
           mínima de nueve millones de pasajeros/año (se supone que para una línea de quinientos kilómetros
           en el primer año de operación) es probablemente lo necesario”, pero sin más justificación que una
           simple nota a pié de página en la que se dice, literal y escuetamente, que “este es el nivel mínimo
           de demanda para poder generar un valor presente neto positivo asociado al proyecto de inversión”.
           Punto y final. La cuestión entonces es, reitero, discutible.


                    Pero aún así, quedándonos sólo en las referencias de estos autores, el corredor Madrid-
           Sevilla, en 2009, con 471 kilómetros, rondó los cinco millones novecientos mil pasajeros. En ese
           mismo año, el corredor Madrid-Barcelona, de 664 kilómetros, soportó en torno a los seis millones
           y medio de viajeros. No son exactamente los quinientos kilómetros básicos con que se miden los
           umbrales mínimos, ni para el caso del primer corredor fue ese el primer año de su explotación,
           pero podría aceptarse que ambos logran un nivel de cumplimiento cercano a los requerimientos
           de la Comisión Europea, si bien quizá tampoco para las “condiciones excepcionales”, aunque en
           España, las orográficas y de ubicación poblacional agravan los costes más que moderarlos. No
           cumplen sin embargo, es cierto, las exigencias de De Rus y Nombela, y aún menos las añadidas por



           2  DE RUS, G. Y NOMBELA, G. (2007): “Is investment in High Speed Rail socially profitable?”, en Journal of Transport Economics and
           Policy, 14 (42), 35-79.




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